Quienes somos
Independientes, invisibles y tejiendo redes transnacionales.

(1) ¡Oh gentes! Sed conscientes de vuestro Sustentador, que os ha creado de un sólo ente vivo, del cual creó a su pareja y de esos dos hizo surgir a multitud de hombres y de mujeres.[1] Y manteneos conscientes de Dios, en cuyo nombre os reclamáis mutuamente [vuestros derechos], y de estos lazos de parentesco. ¡En verdad, Dios os observa continuamente!
(2) Así pues, dad a los huérfanos sus bienes y no sustituyáis lo malo [vuestro] por lo bueno [que les pertenece], y no consumáis sus bienes junto con los vuestros:[2] esto es, en verdad, un grave delito.
(3) Y si teméis no ser equitativos con los huérfanos, entonces casaos con [otras] mujeres que os sean lícitas:[3] dos, tres o cuatro; pero si teméis no ser capaces de tratarlas con equidad, entonces [sólo] una --o [con] aquellas esclavas que sean de vuestra propiedad.[4] Esto hará más probable que no os desviéis de la rectitud.
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